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Rompiendo paradigmas en la Medicina Veterinaria: Aleen Cust

Connie Ford, fue una veterinaria londinense licenciada en 1933 y que llegaría a ser distinguida en la década de los 70 como miembro de la Orden del Imperio Británico por sus grandes aportaciones en el servicio de Investigación Veterinaria del Gobierno del Reino Unido.

Tras cerca de 30 años de trabajo en ese departamento, Ford logró convertirse en una prestigiosa y reconocida especialista en infertilidad del ganado.

“Cust”, misterioso apelativo murmurado por las jóvenes alumnas de veterinaria de Inglaterra durante sus noches de estudio, como una secreta consigna de lucha y resistencia, un santo y seña de camaradería en una profesión aún tomada por los hombres en los albores del siglo XX, proveniente del apellido de Aleen Cust, la primera médico veterinaria del Reino Unido.

En las aulas de la facultad solo había hombres, y el examen de colegiación vetaba a las mujeres. Para franquearse el paso, esta irlandesa con voluntad y determinación de acero decidió ocultar su identidad tras un nombre falso e iniciar sus estudios bajo el pseudónimo de A. I. Custance, un apellido que tal vez tomase de un famoso jinete de la época: Henry “Harry” Custane.

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Aunque Aleen empezó a formarse como enfermera en el London Hospital, decidió encaminar sus pasos hacia una profesión entonces ejercida de manera exclusiva –al menos con un reconocimiento oficial– por hombres: la Medicina Veterinaria.

con el falso nombre de A. I. Custance. Su propósito era evitar a su familia el escándalo que podría provocar en el cuadriculado Reino Unido victoriano que una joven de alcurnia quisiese desempeñar un “trabajo de hombres”. Se sospecha que para convencer al decano Cust tuvo que demostrar su gran talento académico, del que seguiría dando sobradas muestras hasta graduarse.

Se cuenta además que fue una gran criadora de perros de raza Pomerania y Cocker spaniels, durante los últimos años de su vida en Hampshire siguió vinculada a la profesión, examinando animales. Murió en Kingston Jamaica a la edad de 68 años. Las crónicas relatan que se derrumbó después de tratar a un perro herido. Poco antes había dejado escrito:

“He tenido el inestimable privilegio de alcanzar la ambición de mi vida”.

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