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Más allá de las barreras: La historia de Tania Hoyos 

Por: Lauren Franco 

“Si eres fea y ordinaria, estudia medicina veterinaria” esa fue la frase con la que, con tan sólo 18 años, se enfrentó Tania al llegar a la Universidad de Pamplona. Contrario a lo que se creería la frase lejos de desalentarla la motivó a construir el sueño que desde niña tenía: ser médica veterinaria.  

Tania Carolina Hoyos es una cartagenera que contagia de su alegría y jovialidad a cualquiera que la conozca. Su sangre costeña no se pierde a pesar de vivir hace mucho tiempo en Bucaramanga. Su infancia lo vivió en la costa, pero su presente y futuro le pertenece al Santander. 

Una niña obstinada que conseguiría todo 

Desde pequeña tuvo mentalidad obstinada y ambiciosa digna de cualquier empresaria. Sabía lo que quería y trabajaría por ello. Cuando estaba en el colegio no llevaba juguetes, en su bolsillo ella dejaba a su hámster y con la jovialidad que la caracteriza les decía a sus compañeros “Yo seré Médica Veterinaria”. Las burlas no se hicieron esperar, pero sabía que no seria las primeras, así que las ignoró. 

Tania se graduó muy joven del colegio, con tan sólo 15 años ya tenía que tomar la decisión que a muchas personas aterra ¿Y ahora qué haré? Pero como ella va a contracorriente nunca tuvo duda alguna de qué haría con su vida.  

Su padre, un letrado en filosofía, trató de persuadirla de no estudiar medicina veterinaria y que optara por una carrera como el derecho. La convenció, sí, pero durante un semestre Tania fue infeliz y ella sabía que antes que cualquier cosa quería ser feliz con lo que hiciera.  

Pero Tania estaba muy joven, así que ideó un plan: estudiaría una tecnología en diseño gráfico y cuando acabara tendría 18 años y podría irse a estudiar medicina veterinaria. Y como mujer guerrera que es, el plan funcionó a la perfección.  

Cuando llega a la universidad enfrenta las burlas y el estigma que estudiar una carrera llena de hombres tenía. Pero igual que en el colegio se llenó de carácter y enfrentó cada burla como una manera de salir adelante y de demostrarle a todas las personas que lograría mucho, más de lo que pensaban.  

Nos decían que éramos muy femeninas porque estábamos muy arreglados. Tenían ese estigma de que si se estudia veterinaria se es hombre o desordenada 

Tania tuvo la fortuna de contar con dos padres dedicados, amorosos y que sobre todo le dejarían enseñanzas valiosas para toda su vida. Su padre, le dejó el amor por el estudio y por ir más allá. Su madre, hizo el trabajo más importante y quizás menos valorado; cuidarla a ella y a su hermano y enseñarles el valor por la vida. En ese camino de cuidar el hogar su madre no tuvo la oportunidad de estudiar, pero le enseñó lo que sería su mantra de vida: sé independiente, si quieres algo lo conseguirás tú.  

Y eso la guio en la vida 

Cuando estaba pequeña su ídolo era el “cazador de cocodrilos: Steve Irwin” y soñaba con viajar a Australia y dedicarse al cuidado de animales de zoológicos. Y ella, con esa mentalidad que la caracterizó empezó a perseguir ese sueño. Salió del país con la idea de continuar estudiando y poder algún dedicarse a los animales silvestres.  

Pero el plan tuvo un pequeño cambio de ruta: Tania quedó embarazada. El momento en que se entera su vida quedó en shock, no sabía que hacer, ni que pasaría con sus planes y mucho menos como sobrellevaría un embarazo estando fuera del país y de su pareja. 

Un cambio en su camino 

No podemos romantizar este momento porque mentiríamos, fue una situación difícil en la que tuvo que tomar decisiones sobre su futuro. Lo bello de este momento es que fue ella quien decidió sobre su plan de vida y siguió tomando las riendas de sus proyectos, sólo que ahora tendría a una pequeña compañera. 

Ella vale más que Australia 

Con la fortuna de contar con un esposo que la acompañó en la decisión vuelve a Colombia con la motivación de “Las personas más exitosas se han caído miles de veces”. Con esa frase, dicha por su esposo, ella comienza un nuevo proyecto de vida. Crea su clínica veterinaria, en compañía de su pareja y suegra, llamada Vetermedicas.  

Pero sentía que algo le faltaba y que necesita encontrar que era. Llámenlo destino o casualidad, o acójanse a la frase de las abuelas “lo que es pa’ uno es pa’uno, pero lo cierto es que un día en medio de una consulta Tania encuentra lo que le hacía falta: la fisiatría veterinaria. 

Un campo que como ella tenía todo de revolucionario en la veterinaria. Pero terca como siempre lo fue decide montar su clínica especializada en fisiatría. “Las personas me decían que como iba a dejar de trabajar en Vetermedicas por irme a aventurar a algo nuevo y a la deriva” expresa Tania. Pero ella sabía que más que dinero necesitaba inteligencia. Y así fue.  

Tania nos cuenta que ella considere que nunca tuvo barreras tan grandes, lo cual puede ser cierto. Hay barreras estructurales que todas las mujeres pasamos, pero lo cierto es que cada una vive su vida y las enfrenta de una manera completamente diferente. Ella entendió que nunca se iba a dejar influenciar por el “no puedes” y contra todo pronóstico y yendo a contracorriente lo logró.  

A veces es frustrante. No puedo decir que no me canso porque sí es así. Lloro, me duele la espalda, me enojo y a veces me frustro. Debo ser la coordinadora médica de Vetermedica y dirijo Vetfix con los dos muchachos, Andrés y Diana. Debo ser mamá, colega, doctora, gerente, esposa y jefe. Pero todo lo he logrado 

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