Dermatofitosis en gatos y perros. Realidad o Sobrediagnóstico.
Por: Laureano Rodríguez B. – DMV. – U. Nacional de Colombia. Área Médica de dedicación exclusiva – DERMATOLOGIA Canina y Felina. www.laureanorodriguez.com
Es fundamental dimensionar en forma adecuada la verdadera prevalencia de los Dermatofitos como agentes causales de enfermedad cutánea en caninos y felinos de compañía.
Al ser hongos con afinidad por el epitelio cornificado y por las estructuras queratinizadas cutáneas. Las dermatofitosis son procesos infecciosos que afectan la piel: en el estrato córneo, el folículo piloso, el pelo y las uñas principalmente, causados en la gran mayoría de los casos por hongos del género Microsporum canis, y ocasionalmente por Microsporum gypseum y Trichophyton mentagrophytes. Otras especies son de rara presentación.
Sabido es que son agentes infecciosos oportunistas. Así, la colonización y la infección de la piel, solo se establece cuando existen condiciones óptimas para su desarrollo. Se requiere entonces, alteración de la barrera cutánea, de la actividad fungistática, de la secreción glandular sebácea y de la respuesta inmune mediada por células como mecanismos defensivos primordiales frente a estos agentes micóticos. Pacientes sub o malnutridos y/o afectados por endectoparasitismos, son ejemplares altamente susceptibles a padecer esta dermatopatía.
Las formas infectantes no pueden penetrar la epidermis intacta pero el mínimo trauma por: picadura de insectos o rasurado, falta de aseo o humedad incrementada, son condiciones suficientes para permitir su ingreso e invasión.
La enfermedad clínica predomina en ambientes cálidos y húmedos, y por lo tanto, es más común en regiones tropicales y subtropicales, en pacientes jóvenes con sistema inmune inmaduro, en adultos con enfermedad debilitante o sistema inmunológico deteriorado y cuando la carga de artrosporas infectantes supera la inmunotolerancia del hospedero.
La transmisión ocurre cuando las artrosporas infectantes entran en contacto con un individuo susceptible (humano o animal), estas se adhieren firmemente al tallo piloso rico en queratina, debilitándolo y germinando en horas. Cuando los pelos estallan, nuevas formas infectantes son liberadas al ambiente y sobre el paciente, pudiendo ser vehiculizadas por el aire y diseminadas sobre elementos inertes (fómites): peinillas, cepillos, tijeras, cuchillas, e incluso ser transferidas mecánicamente por ectoparásitos tales como: pulgas, piojos, ácaros.
En los perros la dermatofitosis es autolimitada y se ve con mayor frecuencia en cachorros. En los adultos es menos frecuente y se asocia a inmunodepresión. Las lesiones pueden aparecer sobre cualquier área corporal y en general se presentan áreas focales de alopecia. El centro de la lesión habitualmente contiene escamas y bordes eritematosos. Al progresar, suele cubrirse con una costra con periferia inflamada. Las lesiones individuales pueden tornarse coalescentes y multiformes, se observan vesículas y pústulas en estadios precoces. También expresa una forma nodular focal (querion), consistente en una inflamación grave localizada, esponjosa y supurativa.
Muchos gatos infectados tienen pocas o ninguna lesión. Los gatos adultos de pelo largo especialmente pueden ser portadores subclínicos y en algunos casos presentan lesiones mínimas que consisten en zonas irregulares de pelo seco, hipotricosis y placas escamo-eritematosas, tan solo evidenciables con optivisor.
El acicalamiento, puede propagar la infección. Algunos pacientes, cursan con pseudomicetomas (nódulos subcutáneos ulcerados) principalmente los de pelo largo. También se puede observar onicomicosis simultánea, con uñas opacas, manchas blanquecinas y descamación en la superficie. Las lesiones suelen ser autolimitantes dentro de un período de algunas semanas a meses en gatos de pelo corto, pero pueden persistir ya sea en forma sintomática o asintomática, en los de pelo largo.
Así la evidencia clínica muestra que los principales pacientes afectados son: cachorros menores de un año, adultos o gerontes con disrupción inmunitaria. Y en caninos, sin obedecer a rango etario específico, son reconocidas como razas susceptibles los Terrier: de Yorkshire, de Manchester y los Jack Russell.
En los gatos aproximadamente el 90% de los cuadros clínicos confirmados son ocasionados por M. canis. En caninos, cerca del 85% de los casos positivos son causados por M. canis, un 10% por M. gypseum y el restante porcentaje atribuible a T. mentagrophytes (contacto con roedores o su ambiente) y otros hongos mucho menos frecuentes.
Es real la sobredimensionada diagnosis, ya que en la mayoría de los casos se establece mediante diagnóstico clínico presuntivo, asociado a la presencia de eritema, descamación, prurito relativo y alopecia, características que corresponden a la presentación “clásica”, focal o multifocal, atribuible como propia del M. canis, en tanto que M. gypseum (puente nasal) y T. mentagrophytes (inicialmente en uñas), tienden a producir lesiones clínicas diferentes, tanto por la localización tegumentaria, como por el aspecto inicial de las mismas.
Se deben siempre realizar pruebas diagnósticas confirmatorias y/o de exclusión, con otras causas infecciosas de dermatopatía, en especial foliculítis bacterianas y demodexias, que constituyen el error clínico de apreciación más frecuente, pues el 90% de las lesiones dermatológicas compatibles, primarias o secundarias (pápulas foliculares, pústulas, collarines epidérmicos), son causadas por infecciones bacterianas (piodermas), alrededor de un 8% o más, son generadas por ácaros demodexicos y tan solo un 2-4% son comprobadamente ocasionadas por hongos dermatofitos.
Las metodologías diagnósticas que debe implementar el clínico son: raspado superficial, pelos de la periferia de la lesión, para observación microscópica directa – Tricografía, a fin de detectar las estructuras compatibles – pelos esporados, (evidenciando las artrosporas), que lesionan el eje de pelos anagénicos y con invasión ectotrix primordialmente.
Cuando en la observación microscópica directa se detectan macroconidias, estas por lo regular provienen de hongos ambientales: Alternaría, Aspergillus.
Sin experticia, la observación microscópica directa conlleva un aditivo margen de falla diagnóstica. El confirmatorio, se obtendrá exclusivamente mediante el cultivo micológico.
Es indiscutible que la expresión clínica de la dermatofitosis, es pleomórfica y en extremo variable, la signología pruriginosa es dispar, pues algunos casos cursan sin picor y en otros puede ser muy intenso.
La variada presentación clínica de las dermatofitosis, hace imperiosa la necesidad de implementar todas las pruebas diagnósticas complementarias disponibles: improntas, raspado y tricograma, lámpara de Wood y cultivo micológico para establecer real y certero diagnóstico, con identificación del dermatofito causal.
La dermatofitosis constituye riesgo de Salud Pública, que impone a los Médicos Veterinarios dedicados a los animales de compañía, cuidadosa observancia de su inherente responsabilidad social, por el potencial contagio de humanos (a partir de gatos y perros afectados) inmunocomprometidos o con mayor riesgo por rango etario (niños – ancianos), que hace necesario indicar y establecer estrictas medidas de prevención y control.
La dermatofitosis como antropozoonosis, representa la enfermedad infecciosa cutánea más común en los gatos. Esta especie continúa siendo la que representa mayor riesgo zoonótico especialmente para los niños. Al respecto es importante destacar, por una parte, que la mayoría de las micosis de cuero cabelludo en los infantes son producidas por M. canis y por otra, el gato como importante reservorio y/o transportador de este agente infeccioso.
Los cachorritos (gatos y perros), constituyen el foco central de control, pues al considerar la distribución etaria, podemos ver que la mayoría de los casos de dermatofitosis ocurre en pacientes menores de un año. Además, diversos estudios indican que la incidencia disminuye progresivamente con la edad.
La prevención debe basarse en el adecuado control de la infección en los caninos y felinos, como reservorios, portadores y así potenciales diseminadores de la enfermedad.
Se reconoce que en la mayoría de los animales esta enfermedad es autolimitante, resolviéndose espontáneamente entre los 2 y 4 meses, en perros y gatos respectivamente, pero para evitar la extensión zoonótica de la patología, se recomienda instaurar las medidas terapéuticas óptimas, prescritas por el Médico Veterinario para cada caso en particular.
En conclusión, esta enfermedad tegumentaria requiere siempre un fehaciente diagnóstico, para prescribir e instaurar el respectivo tratamiento, solo en los casos comprobados y poder establecer su real incidencia, sin sobrediagnóstico clínico.