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Las 18 trampas de la felicidad

Muchas de las ideas más populares que tenemos de felicidad, se convierten en engañosas, inexactas y contribuyen a fomentar otros problemas que por el contrario nos hacen todavía más infelices.

Por: Mario Cabaleda / Psicólogo Universidad de Manizales / Fundador y Director de la firma Intuitiva Consultores®

Fotografía: Cortesía Mario Cobaleda

Podemos definir las trampas de la felicidad como un espejismo que nos asegura llevarnos hacia la felicidad hedónica, y lo que en realidad hace este espejismo es hundirnos profundamente en el hueco de la desesperación y la infelicidad.

Así, en conjunto al equipo de Intuitiva Consultores, nos esforzamos en definir una a una esas trampas en las que caemos todos los días, con el fin de que todos podamos ser conscientes de su existencia, reconocerlas para evitar caer en ellas y emprender caminos de transformación para conectarnos y darnos cuenta cómo en realidad somos felices.

¿Cuáles son entonces las trampas de la felicidad ?

Primera trampa

Las 18 trampas de la felicidad Creer que la felicidad es solo una. Nuestro paradigma social nos ubica en una sociedad de consumo y competencia, que generalmente nos impone la felicidad como una cosa o una meta a alcanzar, nos enceguece con ideas haciéndonos creer que el único objetivo que existe en nuestra vida es sólo y únicamente uno para ser “realmente” felices.

Segunda trampa

Creer que aparentar felicidad es estar feliz. Muchos asociamos a la felicidad con lo que vemos que hacen otros siendo felices, queriendo mostrarle al otro que su vida es feliz y perfecta. Cada vez más, nuestras redes sociales están infestadas por estados y situaciones aparentemente felices, como por ejemplo, parejas felices, etc, ¿Esta felicidad surge de los deseos de aprobación o es real?; muchas veces creemos que somos felices si demostramos que lo somos, nos olvidamos de disfrutar realmente cada momento y lo que logramos es enfatizar más nuestra propia inseguridad y deseos de aprobación.

Tercera trampa

Creer que se requiere tener para ser feliz. Como dicen popularmente “no es más feliz el que más tiene sino el que disfruta lo que tiene”. Muchos creemos que la felicidad radica en las riquezas materiales, un carro lujoso, una mansión, el último dispositivo tecnológico, entre otros, creer que una vida con abundancias materiales hace que simplemente nuestra vida sea satisfactoria y feliz.

Cuarta trampa

Aplazar el momento ideal para ser feliz. Cuando éramos pequeños, a muchos nos enseñaron que debemos trabajar para que al final de nuestro camino podamos disfrutar la vejez con tranquilidad, que es muy pronto para tomar ciertas decisiones y vamos dejando todo para después; siempre estamos buscando el momento ideal para que las cosas sucedan, negándonos la oportunidad de poder gozar el ahora y el momento presente por estar buscando la configuración igual de sucesos en nuestra vida para hacer que las cosas pasen.

Quinta trampa

Ubicar la felicidad fuera de nosotros. Creemos que si algo externo puede hacernos felices, un día llegará algo que sí nos hará felices. Nos hace falta entender que la felicidad está en nosotros mismos, y no necesitamos que llegue algo o de otro para serlo.

Sexta trampa

Olvidar que el tiempo es el recurso más valioso que tenemos los seres humanos. Frecuentemente olvidamos que nuestro tiempo de vida es limitado, y descuidamos aspectos importantes en nuestras vidas por estar haciendo un millón de cosas al mismo tiempo. Nos olvidamos de nuestra familia, amigos, y finalmente de nuestros sueños y de nosotros mismos.

Séptima trampa

Vivir en el pasado o en el futuro, olvidando el tiempo presente. No vivir el presente, no vivir la plenitud del aquí y el ahora, ancladas en temporalidades que no existen, negándose al cambio y dejando pasar oportunidades valiosas.

Octava trampa

Crear límites inexistentes en nuestra vida. Creer que porque hemos sido de cierta forma, seremos así toda la vida, que no podemos hacer nada distinto o que por el contrario, ya lo hemos hecho todo y que no hay nada más por hacer; es ahí donde no debemos detenernos, porque la respuesta es esa “no hay nada que nos pueda detener”.

Novena trampa

Creerle a los problemas que inventa la mente. A veces nos creemos más el cuento que nos cuenta nuestra mente, que lo que en verdad está sucediendo. No somos seres racionales, somos seres emocionales, usamos la razón para justificar nuestras emociones. Recordemos que las verdaderas transformaciones humanas emergen en nuestra intimidad, las emociones activan la acción de cambio en nuestras vidas.

Décima trampa

Creer que la tristeza es ausencia de felicidad. Una vida equilibrada es donde convivimos con la tristeza como parte de la alegría, debemos transitar cada emoción como parte de nuestra vida y nuestro ser; al activar las emociones y permitirnos sentir, hacemos un tránsito para pasar las diferentes etapas y recuperar nuestro estado de ánimo en equilibrio.

Undécima trampa

Sentir culpa cuando se experimenta plenitud. Crear pensamientos de culpa cuando estamos disfrutando, nos crea un estigma y creemos que sólo por eso vamos a quedar marginados. La culpa funciona como una forma de auto sabotaje, esta situación empieza desde nuestras raíces, augurando que algo malo vendrá para nosotros, induciéndonos en un estado en donde debemos regularnos a través de la culpa y en realidad, nos termina limitando nuestros sentimientos de felicidad.

Décimo segunda trampa

Creerle más a la voz interior que te dice “vas a fallar”. Creamos cuentos negativos en los que nos decimos a nosotros mismos: “no puedes”, “te vas a equivocar”, “harás un ridículo por que no estás preparado”, debemos prepararnos para transformar esas convicciones negativas y creer en nuestras mayores fortalezas.

Décimo tercera trampa

Pretender controlar las emociones. ¿Cómo las controlo? las emociones no surgen para que sean controladas, ellas surgen para permitirnos sentir la vida con intensidad, llorar sana las heridas a través del llanto, dejar fluir las lágrimas para descansar, sanar internamente.

Décimo cuarta trampa

Desconocer que hacemos parte del ecosistema que habitamos. Nos sentimos apartados y no nos identificados con el entorno, no pensamos en la conciencia auto sostenible, destruimos el ecosistema porque no entendemos la importancia de protegerlo, pensando que es algo que no nos compete para cambiar y ayudar. Al desconocer que hacemos parte de algo y actuamos dañándolo, nos hacemos daño a nosotros mismos también.

Décimo quinta trampa

La soberbia y narcisismo que nos lleva al egoísmo. Cuando hay excesos sobre estas sobrevaloraciones generalmente no somos conscientes de esto, nos llevan por un camino donde el resto de las personas no importan, o incluso, desconocemos nuestros propios errores. Los errores nos enseñan que somos también vulnerables y frágiles; cuando actuamos desde el egoísmo, inhibimos procesos de aprendizaje e interacción con otros que obstaculizan la construcción de una mejor versión de nosotros mismos.

Décimo sexta trampa

La soberbia y narcisismo que nos lleva al egoísmo. Caemos en el error de crear falsas expectativas de alegría a los demás a través de redes, o relatos, caemos en el autoengaño, no permitimos que nos conozcan tal y como somos.

Décimo séptima trampa

Los asuntos pendientes que nos roban la energía vital. Un ejemplo de esto es cuando no nos permitimos sentir un duelo plenamente, ya sea porque no nos permitimos sentir lo que verdaderamente sentimos por pensar en estigmas y juicios sociales; haciéndonos redondear en los asuntos que nos causan conflictos emocionales donde lo único finalmente que nos producen, son daños.

Décimo octava trampa

Pretender controlar lo que no está en nuestras manos controlar. Hemos perdido confianza en el mundo y como hemos perdido esa confianza queremos controlar todo lo que nos lleva a no reflexionar sobre nuestras decisiones, queremos que las cosas salgan como queremos y planeamos; pero siempre habrá fuerzas que no dependen de nuestras acciones, caemos en la trampa del locus de control, ponemos nuestra energía y enfoque en cosas externas que finalmente no inciden en nosotros.

Hay muchos aspectos que nos distraen, que nos mantienen preocupándonos y hacen que nuestra atención se enfoque en trampas que aunque al inicio parezcan bien, nos hacen infelices. Dejamos de disfrutar los pequeños momentos de nuestra vida como superar nuestros asuntos pendientes, recuperar nuestro poder, evitar posponer ni dejar crecer las dificultades, superar nuestros propios límites, ver nuestras emociones como nuestras fortalezas, disfrutar tiempo de calidad con nuestros seres amados y lo más importante, con nosotros mismos.

Debemos aprender a ser conscientes de que tenemos el poder para ser felices al reconocernos humanos, al entender que nuestra vida es una y es nuestra para vivirla presentes.

“La vida viene en presentación por una sola unidad; sólo se vive una vez”. Mario Cobaleda

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