La observación neurológica: la herramienta que no podemos pasar por alto en clínica diaria
En neurología veterinaria, la observación no es un paso preliminar: es el primer pilar del diagnóstico clínico. Saltarla —ya sea por prisa o por falta de estructura— puede llevar a perder información crítica que ninguna prueba complementaria podrá recuperar.
Este artículo resume los principios clave de la observación neurológica, su objetivo, los signos más relevantes y cómo esta práctica permite orientar la localización neuroanatómica antes de tocar al paciente.
La observación: el primer diagnóstico
El objetivo principal de la observación es claro: identificar alteraciones visibles que orienten el diagnóstico neuroanatómico.
Desde el estado mental hasta la postura y la marcha, los pequeños detalles ofrecen pistas para determinar si el problema es intracraneal, medular o neuromuscular.
Claves para una buena observación
- Mantener distancia al inicio para no alterar la conducta del paciente.
- Observar el entorno: la sala de espera ofrece datos valiosos sobre comportamiento espontáneo.
- Registrar en vídeo, siempre que sea posible, especialmente en casos con signos episódicos.
Estado mental y comportamiento
El nivel de conciencia es una ventana al funcionamiento del tálamo-córtex y el tronco encefálico.
- Normal: paciente atento, interactivo, con conducta apropiada.
- Obnubilación: consciente pero con respuesta lenta; sugiere disfunción del tálamo-córtex o tronco encefálico.
- Estupor: solo responde a estímulos intensos; indica daño severo en el tronco encefálico.
- Coma: ausencia de respuesta consciente; lesión grave del tronco encefálico.
Alteraciones del comportamiento, como marcha en círculos amplios, desorientación o heminegligencia, también pueden orientar hacia lesiones corticales contralaterales.
Postura: un lenguaje que hay que aprender
La postura del paciente en reposo es tan reveladora como su respuesta al movimiento. Algunas alteraciones clave incluyen:
- Inclinación de la cabeza: común en disfunciones vestibulares.
- Pleurotus (giro de cabeza y cuerpo): típico de lesiones talámicas.
- Ventroflexión cervical: frecuente en gatos con hipocalemia, miopatías o miastenia gravis.
- Posturas de rigidez:
- Schiff-Sherrington: indica mielopatía toracolumbar aguda.
- Descerebelación: rigidez con estado mental normal, típica de lesiones cerebelares.
- Descerebración: rigidez y coma, con lesión grave en tronco encefálico.
La marcha como mapa del sistema nervioso
Evaluar la marcha ayuda a diferenciar entre problemas sensitivos, motores o ambos.
- Ataxia vestibular: ladeo y caídas hacia un lado, con movimientos de cabeza.
- Ataxia cerebelar: pasos amplios, hipermetría y pérdida de coordinación.
- Ataxia propioceptiva: cruzamiento de extremidades y tropiezos frecuentes.
- Paresias y plegias:
- Ambulatorias: el paciente puede caminar, aunque con debilidad evidente.
- No ambulatorias: incapacidad para sostenerse; clave para priorizar pruebas y tratamientos.
El valor del video clínico
Los signos episódicos —como movimientos paroxísticos, disquinesias o convulsiones— pueden pasar desapercibidos durante la consulta. En estos casos, los vídeos enviados por los tutores son invaluables.
Recomendaciones para los tutores:
- Grabar al paciente completo y sin intervenir.
- Captar el inicio, desarrollo y final del episodio.
- Registrar desde varios ángulos si es posible.
Del diagnóstico neuroanatómico al plan diagnóstico
Una observación detallada permite plantear con precisión el diagnóstico neuroanatómico, es decir, la localización probable de la lesión. Este paso es fundamental para:
- Definir los diagnósticos diferenciales.
- Priorizar pruebas complementarias.
- Ajustar protocolos terapéuticos según el sistema afectado.
La observación no es opcional. Es el primer paso del examen neurológico y, en muchos casos, el más importante. Dominar esta herramienta mejora la precisión diagnóstica, optimiza los recursos y, sobre todo, brinda al paciente mayores probabilidades de recuperación.
