Dolor en medicina veterinaria: entenderlo para tratarlo mejor
El dolor es más que una sensación física: es una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada a daño tisular. Reconocerlo, clasificarlo y abordarlo correctamente no solo mejora el bienestar del paciente, sino que también optimiza la recuperación, minimiza complicaciones y fortalece la relación con los tutores.
Clasificación del dolor: origen, duración e intensidad
Antes de elegir un protocolo analgésico, es fundamental identificar qué tipo de dolor estamos tratando:
- Por su origen
- Nociceptivo: asociado a estímulos físicos o químicos sobre tejidos.
- Neuropático: resultado de lesiones o alteraciones en el sistema nervioso.
- Psicogénico: menos frecuente, relacionado con factores emocionales o conductuales.
- Por su duración
- Agudo: de inicio súbito, generalmente asociado a trauma, cirugía o procesos inflamatorios.
- Crónico: persistente en el tiempo, con cambios fisiológicos y comportamentales.
- Por su intensidad
- Leve, moderado o severo, según el grado de interferencia en las funciones básicas del paciente.
Fisiología del dolor: cuatro procesos clave
Comprender cómo se genera el dolor es la base para una analgesia efectiva. El fenómeno doloroso pasa por cuatro etapas fisiológicas:
- Transducción
El estímulo nocivo se convierte en un impulso eléctrico en los nociceptores.
- Fármacos útiles: anestésicos locales y opioides.
- Conducción
El impulso viaja por fibras nerviosas hasta el asta dorsal de la médula espinal.
- Fármacos útiles: anestésicos locales, alfa-2 agonistas, opioides.
- Modulación
En el asta dorsal, el estímulo se amplifica o inhibe.
- Fármacos útiles: anestésicos locales, opioides, AINEs, microdosis de ketamina.
- Percepción
El cerebro interpreta el estímulo como dolor.
- Fármacos útiles: anestésicos (aunque no analgésicos), opioides, alfa-2 agonistas.
Esta fisiología explica por qué los protocolos multimodales —combinando diferentes fármacos en distintos puntos del proceso— son más efectivos y seguros.
Arsenal terapéutico en analgesia veterinaria
1. AINEs (antiinflamatorios no esteroideos)
Son los “caballitos de batalla” en el manejo del dolor leve a moderado.
- Ventajas: acción antiinflamatoria y analgésica sostenida.
- Riesgos: efectos gastrointestinales, renales y, en algunos casos, alteraciones en la agregación plaquetaria.
- Advertencia: el uso de AINEs humanos en mascotas sigue siendo una de las principales causas de intoxicación accidental.
2. Opioides
Desde la morfina —referente histórico— hasta opciones modernas como fentanilo, metadona y buprenorfina, los opioides son esenciales para el manejo del dolor agudo y perioperatorio.
- Vías de administración: sistémica, epidural, transdérmica y oral (en países donde está disponible).
- Ventajas: alta potencia y versatilidad.
- Consideraciones: efectos dosis-dependientes sobre el sistema cardiorrespiratorio y riesgo de efectos adversos si no se monitoriza adecuadamente.
3. Alfa-2 agonistas
Como la dexmedetomidina o medetomidina, ofrecen analgesia y sedación confiables.
- Precaución: pueden inducir bloqueos atrioventriculares, por lo que el monitoreo es indispensable.
- Antagonistas: el atipamezol permite revertir parcialmente sus efectos adversos.
4. Ketamina a dosis analgésicas
A microdosis, la ketamina actúa como coadyuvante al bloquear receptores NMDA.
- Indicada en: dolor somático, protocolos multimodales y pacientes refractarios a otros analgésicos.
- Precaución: no cubre dolor visceral si se usa de forma aislada.
5. Anestésicos locales
La lidocaína y la bupivacaína, solas o combinadas con coadyuvantes, permiten bloqueos periféricos, epidurales y regionales que reducen el consumo de anestésicos generales y mejoran el confort posquirúrgico.
La importancia de la valoración y el monitoreo
El diseño de un protocolo analgésico debe individualizarse considerando:
- Estado fisiológico del paciente.
- Tipo de procedimiento.
- Disponibilidad de fármacos y equipo de monitoreo.
- Riesgos asociados a cada medicamento.
El monitoreo intra y posoperatorio no solo mejora la seguridad, sino que permite ajustar dosis y combinaciones en tiempo real, garantizando resultados consistentes y seguros.
El dolor en medicina veterinaria no es opcional: es un fenómeno inevitable que, mal manejado, se traduce en sufrimiento, complicaciones y una recuperación deficiente. La buena noticia es que, con conocimiento fisiológico, protocolos multimodales y una monitorización adecuada, el sufrimiento sí es opcional.
