Alternativas que sanan: lo que la fisioterapia veterinaria puede hacer por tus pacientes

En Colombia, la fisioterapia veterinaria ha dejado de ser una rareza para convertirse en una herramienta clínica de alto valor, capaz de mejorar la calidad de vida de cientos de pacientes con secuelas neurológicas, articulares y musculoesqueléticas. Una de las voces que ha impulsado este cambio es la de la doctora Andrea Ortiz Bernal, médica veterinaria y zootecnista de la Universidad CES, con más de 11 años de experiencia en terapias físicas y complementarias.

La doctora Ortiz ha desarrollado un enfoque integral que combina ciencia, sensibilidad clínica y comunicación efectiva con el tutor. En entrevista con Pet Industry, nos comparte su experiencia en este campo, los retos que ha enfrentado y las claves que todo profesional debería considerar al integrar la fisioterapia a su ejercicio médico.

Un camino guiado por el músculo, el hueso y la neurología

Tras graduarse como médica veterinaria, la doctora Ortiz sabía que su interés no estaba en la dermatología, ni en la medicina interna, sino en lo estructural y neurológico. “Me gustaban los músculos, los huesos y el sistema nervioso, pero sin entrar a cirugía. Fue ahí donde encontré la fisioterapia como un puente clínico poderoso que estaba poco explorado en ese momento”, recuerda.

La búsqueda de formación la llevó a especializarse en Argentina y Brasil, donde profundizó en electroterapia, protocolos de rehabilitación, fototerapia y biomecánica. Hoy en día, lidera un equipo que trabaja con técnicas como hidroterapia, vendajes funcionales, acupuntura, terapia neural, biopuntura y medicina emocional.

Más allá del equipo: anatomía, dosificación y criterio clínico

Uno de los errores comunes al iniciar en fisioterapia, advierte Ortiz, es pensar que se trata solo de aplicar aparatos. “Cada estímulo, cada equipo, cada sesión debe tener una dosificación médica específica, como un medicamento. Y para eso, es indispensable dominar la anatomía, la biomecánica y entender el diagnóstico funcional del paciente.”

Además, señala que la manipulación adecuada del paciente, el diseño de ejercicios y el seguimiento clínico no pueden improvisarse. “Es necesario estudiar, buscar mentoría, observar casos reales y mantenerse en formación constante.”

La relación paciente–tutor–terapeuta: una triada clave

La doctora Ortiz insiste en que una sesión de fisioterapia no dura 15 minutos. “Puede tomar entre 40 y 60 minutos porque el primer paso es generar confianza. Si el tutor está nervioso, el paciente lo va a sentir. Si el animal asocia el bozal con dolor, no avanzamos. Me bajo al nivel del paciente, no uso mesas de examen, y utilizo refuerzo positivo en todo momento.”

Este enfoque ha permitido construir vínculos sólidos con los tutores, incluso en contextos emocionalmente difíciles. “Muchos pacientes no mejoran por una razón que no está en su cuerpo, sino en su entorno. Hemos visto animales con problemas articulares crónicos reflejando duelos, divorcios o tensiones emocionales en casa.”

La clínica que lidera también trabaja con herramientas de medicina energética para detectar alteraciones emocionales que impactan la salud del paciente. “No siempre hay una base científica que lo respalde aún, pero la evidencia clínica es clara: cuando abordamos las emociones del hogar, la recuperación se acelera.”

Casos que transforman la práctica

Entre los casos que más han marcado su trayectoria están los de gatos con deformidades articulares congénitas, que antes se daban por perdidos. Con técnicas de vendajes correctivos, ha logrado recuperar completamente la funcionalidad de felinos jóvenes, evitando cirugías o decisiones drásticas.

También ha tratado con éxito a pacientes con secuelas neurológicas por moquillo o hemoparásitos, que muchos colegas consideraban irrecuperables. “No todos quedan perfectos, pero sí se logra autonomía: que el paciente coma, beba y se movilice por sí mismo. Eso ya es dignidad”, señala.

Una visión médica que invita a ampliar horizontes

La experiencia de la doctora Ortiz es una invitación clara a entender la fisioterapia como una especialidad médica, con sus propios criterios, fundamentos y técnicas. “No es un lujo ni una moda. Es una necesidad clínica cuando se trata de mejorar la calidad de vida de pacientes que aún pueden recuperar funcionalidad.”

Para los médicos veterinarios que quieren integrar esta disciplina en su práctica, la recomendación es clara: formación seria, criterio médico y empatía. “No se trata de reemplazar tratamientos, sino de integrarlos. Lo importante es pensar siempre en el bienestar del paciente, no solo en su diagnóstico.”

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