La fórmula del éxito de MagistralVet: 100.000 tratamientos y la magistralidad veterinaria

En una industria dominada por medicamentos estandarizados, MagistralVet decidió remar contra la corriente. Lo hizo apostando por algo que muchos veterinarios no conocían hace una década: la magistralidad veterinaria.

El resultado de esa visión es contundente: más de 100.000 tratamientos personalizados, 4.500 médicos veterinarios aliados y una reputación construida sobre tres pilares que no se improvisan —ciencia, trazabilidad y confianza.

Esta es la historia empresarial detrás de una compañía colombiana que cambió la manera de prescribir en medicina veterinaria y que, sin grandes discursos, está redefiniendo el estándar clínico en América Latina.


El origen: de la botica a la biotecnología

Cuando la doctora Olga Margarita Saavedra fundó MagistralVet en 2013, pocos apostaban por el concepto de fórmulas magistrales veterinarias. En ese entonces, la prescripción veterinaria se basaba en medicamentos industriales pensados para promedios, no para individuos.

Saavedra recuerda que al principio fue una labor casi evangelizadora: “Caminar por toda Colombia explicando qué era una fórmula magistral veterinaria fue muy duro. No se enseñaba en la facultad y cambiar un hábito prescriptivo no se logra con un acto de fe, sino con resultados.”

El propósito era claro: ofrecer a los médicos veterinarios una herramienta real para dosificar con exactitud, combinando ciencia farmacéutica y comprensión clínica. Así nació un modelo que une dos mundos —el arte de formular y la rigurosidad científica.


Qué es la magistralidad veterinaria (y por qué importa)

En términos simples, la magistralidad veterinaria consiste en preparar un medicamento único para un paciente específico, siguiendo la prescripción del médico veterinario. Pero detrás de esa definición técnica hay un cambio profundo de paradigma.

Mientras una farmacia convencional ofrece productos genéricos, la farmacia magistral adapta principios activos, dosis y formas farmacéuticas a las características individuales del animal: peso, especie, raza, edad, patologías concurrentes e incluso temperamento.

Esto significa que un pincher miniatura y un gran danés ya no tienen que recibir el mismo fármaco dividido o triturado. Cada uno obtiene la dosis exacta, en una presentación que facilita su administración —gel transdérmico, cápsula saborizada o galleta medicada— mejorando así la adherencia y los resultados terapéuticos.


Del oficio artesanal al modelo empresarial

La verdadera innovación de MagistralVet no fue solo técnica, sino empresarial. La compañía logró convertir un proceso tradicionalmente artesanal en un modelo rentable, replicable y regulado, cumpliendo con las Buenas Prácticas de Elaboración (BPE) del ICA.

Desde su planta en Chía, Cundinamarca, la empresa opera bajo un sistema de cuatro filtros:

  1. Verificación de prescripción.
    Cada fórmula es analizada para confirmar coherencia entre dosis, peso y principio activo.
  2. Consulta preventiva.
    Si se detecta una inconsistencia, el equipo contacta al médico prescriptor antes de fabricar el producto.
  3. Control de calidad.
    El medicamento pasa por revisión visual, física y documental.
  4. Liberación independiente.
    Quien produce no puede liberar el producto: un segundo químico farmacéutico se encarga de autorizar la salida.

Saavedra lo resume sin rodeos: “Aquí nadie es juez y parte. Y si algo no nos suena, no se elabora. Preferimos perder un pedido antes que comprometer la vida de un paciente.”


La trazabilidad como garantía

Uno de los aspectos más avanzados del modelo de MagistralVet es su sistema de trazabilidad total. Cada preparación queda registrada en video durante el proceso de pesaje y mezcla, almacenada hasta por 90 días, junto con su registro de producción y muestra testigo.

Esto no solo brinda seguridad al médico veterinario, sino también confianza a las familias multiespecie que esperan un tratamiento seguro para su mascota.

“Cuando un cliente llama a preguntar por su pedido, podemos decirle en qué parte exacta del proceso está, quién lo elaboró y cuándo fue liberado. Esa transparencia crea confianza real”, señala Saavedra.


Nanotecnología: el salto de la magistralidad al futuro

La empresa no se conformó con dominar el terreno de las fórmulas personalizadas. Su siguiente paso fue incorporar nanotecnología liposomal a productos dermatológicos, una innovación que hoy marca tendencia en la medicina veterinaria moderna.

Los champús liposomados, por ejemplo, encapsulan moléculas activas en estructuras que imitan una célula, permitiendo que se liberen gradualmente en la piel del animal. Esta tecnología ha permitido reducir concentraciones de principios activos y mejorar la eficacia sin irritar.

“Podemos usar oro coloidal, bisabolol o miconazol con una liberación prolongada. Ya no se trata solo de curar, sino de mantener la piel sana durante más tiempo”, explica la directora científica.

Además, la compañía trabaja en nutracéuticos de precisión, suplementos que combinan nutrición y farmacología para mejorar el desempeño de sistemas específicos: renal, cardíaco, digestivo y nervioso. Cada fórmula se adapta a la raza, edad y peso del paciente, algo que el mercado tradicional no ofrece.


De la innovación a la validación científica

En un mercado donde las modas pueden confundirse con ciencia, MagistralVet ha construido su reputación sobre evidencia. Nada llega al mercado sin pasar por validación farmacopéica y pruebas de estabilidad.

“Todo lo que hacemos está respaldado por farmacopea”, enfatiza Saavedra. “La diferencia está en la calidad de la materia prima. No usamos insumos industriales, sino principios activos grado USP, diseñados para uso médico y veterinario”.

Este enfoque científico ha permitido que incluso zoológicos y clínicas de referencia confíen en su trabajo. Desde tratamientos para osos con afecciones dermatológicas hasta protocolos personalizados para caballos neonatos con neumonía, la versatilidad de las fórmulas ha demostrado que la magistralidad no tiene límites de especie.


Una alianza con el médico veterinario

MagistralVet no se ve a sí misma como una fábrica de medicamentos, sino como una extensión del criterio clínico del médico veterinario. Su modelo se basa en acompañar, asesorar y co-crear.

El equipo técnico mantiene comunicación directa con los prescriptores, revisando dosis, interacciones y compatibilidades. Si detectan una posible inconsistencia, detienen el proceso y contactan al médico para ajustarlo.

“Nosotros no dejamos solo al médico veterinario. Si se equivoca en una dosis, lo llamamos, revisamos juntos y corregimos. Esa es nuestra filosofía: corresponsabilidad y respeto por la vida”, dice Saavedra.

Además, la empresa ha creado una academia virtual de magistralidad veterinaria, que capacita a nuevos profesionales sobre el uso ético y técnico de estas fórmulas. Esto garantiza que la categoría crezca con conocimiento, no con improvisación.


El reto regulatorio y la responsabilidad compartida

A pesar de los avances, la fundadora reconoce que la normativa aún tiene vacíos. Actualmente, la responsabilidad legal de la fórmula recae exclusivamente en el médico prescriptor, lo que deja al laboratorio fuera del marco de corresponsabilidad.

Saavedra lo plantea sin filtros:

“El laboratorio no puede lavarse las manos. En un mundo ideal, debería existir un director científico corresponsable del producto final. La seguridad terapéutica no puede ser un acto individual; debe ser un trabajo conjunto.”

Este debate —ético, técnico y regulatorio— es parte del legado que la empresaria espera dejar: una industria más madura, transparente y colaborativa.


Una cultura basada en el detalle

El éxito de MagistralVet no solo se explica por su innovación o control, sino por una cultura interna orientada al detalle. Cada miembro del equipo entiende que su trabajo impacta vidas.

Por eso, desde el área de servicio al cliente hasta el laboratorio, todos siguen una misma premisa: ninguna fórmula sale sin revisión múltiple y trazabilidad completa.

Esta cultura ha hecho que la empresa supere los 100.000 tratamientos elaborados sin comprometer su filosofía original: tratar cada caso como único.


El impacto empresarial: de Pyme a referente regional

En un país donde la mayoría de las Pymes del sector salud desaparecen en sus primeros cinco años, MagistralVet no solo sobrevivió, sino que se convirtió en referente regional.

Su crecimiento no proviene del volumen, sino de la reputación: una red de confianza con más de 4.500 veterinarios, quienes ven en la empresa un aliado clínico, no un proveedor.

Además, su modelo ha demostrado que la personalización también puede escalar, siempre que se respalde con procesos, regulación y tecnología. Hoy, MagistralVet exporta conocimiento y productos a otros países de la región, consolidando a Colombia como un hub de innovación veterinaria en Latinoamérica.


Perspectivas hacia 2026: nuevas formas de dispensar la precisión

El futuro inmediato apunta a fortalecer tres líneas:

  1. Nuevas formas de dispensación, que simplifiquen la administración de tratamientos para tutores y clínicos.
  2. Desarrollo de moléculas inyectables estériles, no disponibles aún en el mercado colombiano.
  3. Ampliación de la investigación en nanotecnología, aplicada a geles térmicos y transdérmicos para uso en pequeños animales.

En paralelo, la empresa planea expandir su red de formación académica, conectando con universidades y hospitales veterinarios para fortalecer la educación en magistralidad.


Una visión con propósito

Detrás del rigor técnico hay una visión profundamente humana. Para Saavedra, cada fórmula magistral es una oportunidad de devolverle bienestar a una familia multiespecie.

“Nos duele cuando un animal sufre. Sabemos lo que representa para su familia. Por eso nos tomamos en serio cada fórmula, cada dosis y cada entrega”, confiesa.

Esa combinación de ciencia, empatía y propósito ha convertido a MagistralVet en algo más que una empresa: un ecosistema de confianza entre veterinarios, tutores y pacientes.


La nueva era de la magistralidad veterinaria

Lo que comenzó como una botica pionera en Chía es hoy una compañía que marcó un antes y un después en la medicina veterinaria personalizada. MagistralVet demostró que la personalización puede ser científicamente rigurosa, económicamente viable y éticamente sólida.

Su modelo de negocio no se basa en vender más, sino en hacerlo mejor, apoyando a quienes sostienen la salud animal desde el conocimiento clínico: los médicos veterinarios.

Y en un mundo que tiende a la automatización y la producción masiva, el éxito de MagistralVet recuerda que el futuro también se puede escribir a mano… fórmula por fórmula.

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